2019 Jan, Lecture Lisboa
12 casas para Alberto CAMPO BAEZA
UN ARQUITECTO ES UNA CASA
Acerca de una exposición de 12 casas para Campo Baeza hechas por los alumnos de la Universidade Lusíada en Lisboa en el Centro Tejo de Lisboa, la antigua central hidráulica.
“Amo al que pretende lo imposible”
Goethe. Fausto 2ª parte.
Un arquitecto es una casa. Palladio es la Villa Rotonda, Mies es la casa Farnsworth, Le Corbusier la Ville Savoie, Utzon es Can Lis y Koolhaas es la Villa Dall´Ava. Por eso decimos que un arquitecto es una casa. Es quizás como el autorretrato para un pintor, el tema en el que con más libertad y más radicalidad se han expresado los arquitectos que en el mundo han sido.
En este caso, Campo Baeza no se ha hecho nunca una casa para sí mismo, pero los alumnos de la Escuela de Arquitectura de la Universade Lusíada de Lisboa le han hecho 12. Y han estudiado y analizado 12 casas elegidas por él.
Un arquitecto debe intentar hacer las más hermosas casas del mundo, las mejores casas de este nuevo milenio en el que ya estamos. Las más precisas, las más avanzadas, las más adecuadas. Y para hacerlas hay que soñarlas: casas que sean testigos de nuestro tiempo y, a la vez tengan la capacidad de permanecer en la memoria y en el tiempo. Y que sirvan para que los hombres vivan felices en ellas.
Durante muchos años, todos los años, siguiendo la propuesta de Alejandro de la Sota, Campo Baeza planteó a sus alumnos como ejercicio de curso una casa soñada. Y siempre fue pedagógicamente muy eficaz. Y estas 15 casas proyectadas por los alumnos de Lisboa son casas soñadas.
Se trataba y se trata de abrir la cabeza de los alumnos al universo, de manera que entienda que van a la Escuela de Arquitectura a soñar. Y a aprender a construir esos sueños. No es una Escuela de Arquitectura, no debería serlo nunca, un centro de formación de sólo buenos constructores. Ni tampoco debería ser la Escuela un enseñar a sólo usar la imaginación. Una Escuela de Arquitectura debe ser un lugar de formación de soñadores, capaces de generar muy buenas ideas y capaces de construirlas muy bien.
El intento de este 12 casas para Alberto Campo Baeza es para los alumnos de Lisboa, el de aprender a hacer casas soñadas que, siendo profesionalmente impecables, sean sobre todo claras y rotundas y precisas. Y muy hermosas. Que lleguen a ser tipos más que sólo ejercicios formalmente brillantes.
Vemos todos los días en nuestras Escuelas, y en las mejores Escuelas del mundo, y en las revistas de Arquitectura, ejercicios de casas de una espectacular brillantez formal pero que carecen del mínimo rigor exigible y que conservan en su interior, tras fachadas asombrosas, modelos obsoletos de maneras de vivir del siglo pasado, convencionales.
Los cambios sociales y tecnológicos han sido enormes en los últimos años. Los modos de vida y las costumbres han cambiado radicalmente en muy poco tiempo. La tecnología de los instrumentos al alcance de todos también ha sufrido un cambio radical. Pero las casas que vemos en nuestras Escuelas, y lo que es peor, en la vida real, siguen siendo las mismas del siglo pasado. Por mucho que se disfracen con todo tipo de pieles exóticas, o minimalistas.
Entiendo que estas 12 casas para Alberto Campo Baeza son un intento por parte de los alumnos de la Escuela de Arquitectura de Lisboa de, sin volver a inventar lo ya inventado, tras un análisis riguroso, crear las casas del nuevo milenio. Los nuevos TIPOS. Y así, profundizando en la Utilitas, y en la Firmitas, llegar una vez más a la Venustas : a la Belleza como esplendor de la Verdad. A conseguir proyectar y construir, de la mano de la razón, las casas más hermosas capaces de hacer felices a los hombres.
NB
En mi Estudio en Madrid, tengo una azotea maravillosa que es como una caja abierta al cielo. Y para subir, una empinada escalera de madera. Pues las primeras maquetas de las casas que me hicieron los alumnos de Lisboa están colocadas, todas blancas, cada una en un escalón, cada una con su preciosa caja negra. El espectáculo es muy hermoso y me sirve para acordarme de la Escuela de Lisboa, de sus profesores Fernando Hipólito y Helena Botelho y Bernardo Manoel, y de los alumnos y de Portugal, un país al que amo profundamente.
GRACIAS.