2018 Grob House, Cádiz
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Una vez más, el intento de hacer la casa más hermosa del mundo.
Levantar una casa en un lugar casi increíble, casi imposible, en lo alto de una colina entre rocas, frente al océano Atlántico, en la playa de los alemanes, en Tarifa, uno de los más hermosos paisajes de la costa gaditana. No en vano cuando los romanos llegaron allí, se quedaron en la cercana ensenada de Bolonia. ¡Tan hermoso es todo aquello!
Tras visitar el escarpado sitio, y estudiar detenidamente las diferentes posibilidades, decidimos hacer un navío varado. El poeta diría que es un bateau îvre. Una pieza fuerte, impuesta, en hormigón del mismo color y textura de las rocas que lo abrazan.
Un programa de casa grande, con la posibilidad de unirse o dividirse según convenga.
El esquema es lineal, en peine, siempre mirando al mar, vertebrado por dos escaleras.
En la planta más alta, una gran estancia de estar con un gran ventanal panorámico frente al océano mar. Al lado opuesto, un gran ventanal que se abre a las rocas con una solución de alféizar-mesa. La estancia se prolonga con un porche lateral generoso, cubierto y abierto, con un óculo que con su luz tensará este espacio.
Sobre esa planta, una azotea que soñamos como estancia abierta y descubierta, donde los petos se transforman en amplias mesas desde las que, como si de un puente de mando de ese navío se tratara, se disfrutará de una visión privilegiada. En la planta baja, el ala de dormitorios.
El sólido capaz aparece excavado en diversos puntos que son espacios de porche cubiertos abiertos. Las ventanas aparecerán enrasadas, intentando desaparecer. Frente al mar, como si fuera un observatorios de pájaros, un trampolín que mira al infinito.
El aire general de la casa es de una gran sobriedad. Las plantas trepadoras, parras, jazmines, buganvillas y esparragueras, circundarán la casa fundiéndola más si cabe con la naturaleza.