2008 Casa Moliner, Zaragoza
Levantar una casa para un poeta. Hacer una casa para soñar, vivir, morir. Para leer, escribir, pensar. Levantamos unos altos muros para conseguir una caja abierta al cielo, como un jardín desnudo, metafísico, con suelo y paredes de hormigón. Para crear un mundo interior. Excavamos en el suelo para plantar árboles frondosos. Y flotando en el centro, una caja llena de la luz traslúcida del norte. Establecemos así tres niveles. El más alto para soñar. El del jardín para vivir. El más profundo para dormir.
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