ESTABLECER EL ORDEN DEL ESPACIO
Download bookPrescribían las leyes judías que cuando, al poco tiempo de nacer se presentaba al hijo primogénito en el templo, la ofrenda consistía en dos tórtolas o pichones. Y que si la familia era aún más pobre, bastaba con un puñado de trigo: el trigo que cupiera en el cuenco de una mano.
Esta preciosa costumbre judía, de la que tuve conocimiento cuando escribía este texto, me conmovió profundamente por todo lo que tiene en común con esta propuesta de hacer las maquetas capaces de caber en una mano.
En las clases de Master de Proyectos Avanzados en Arquitectura, el MPAA de la ETSAM que impartí en en Curso Académico 2011-2012, puse por vez primera a mis alumnos un curioso ejercicio: construir una maqueta tan pequeña que cupiera en una mano. Porque pensaba, y pienso, que la idea de un proyecto debe poder ser materializada, sintetizada, en una maqueta tan pequeña que quepa en una mano. Porque una idea no tiene tamaño, una idea bien cabe en una mano.
Para ello, había que hacer la maqueta en un tamaño y escala tales que no quedaba más remedio que, eliminando todo lo superfluo, sintetizar al máximo la idea que generaba el proyecto escogido. Algo así como llegar a materializar la idea arquitectónica en estado puro.
Mi l veces he repetido a mis alumnos el poema de Blake donde para expresar que debemos soñar nos dice: To see a world in a grain of sand: Ver un mundo en un grano de arena. Pero inmediatamente añade: hold infinity in the palm of your hand: Abarcar el infinito en la palma de tu mano. Pues algo de esto, de abarcar en una mano esa idea traducida a forma arquitectónica, es lo que pretendía con este ejercicio.