APRENDIENDO A PENSAR
Y vuelve una vez más a plantearse cómo poder transmitir con claridad que lo que los arquitectos hacemos es construir ideas. Que ponemos en pie de la mano las leyes de la Gravedad y de la Luz, las ideas que han sido concebidas con la cabeza, con la razón.
Y que en el origen de nuestro pensamiento debe estar la posibilidad de construir esas ideas. Que al construirlas mostrarán toda su verdad. No es la Arquitectura un vano intento de algo inalcanzable que al materializarse pierde gran parte del aliento inicial. Muy al contrario, la culminación de una obra, si la idea es válida, suele sorprendernos con un resultado final que nos golpea.
Aparece el entonces ¡ojalá! aliento poético, ese «soplo de un aura suave»que algunas veces la arquitectura alcanza y que no está reservado solo a los dioses.
Todo arquitecto sabe bien de qué hablamos. Para andar es necesario tener al menos un pie en el aire. Y para saltar es necesario tener en el aire los dos. Sabiendo que luego se vuelve al suelo ¡ay la Gravedad! para poder volver a saltar de nuevo.
Hay una preciosa imagen que creo que es capaz de sintetizar todo lo que propongo: un expresivo dibujo de Jorn Utzon, el maestro, que muestra una persona que para escribir ¿dibujar? moja la pluma en el tintero de su abierta cabeza. Alguien que escribe-dibuja-construye con la cabeza, con la tinta de la razón. Alguien, el arquitecto, que construye ideas.